lunes, 3 de septiembre de 2012

"El pasado importa, pero no tanto" (Publicado en "Voces de Cuenca" el 3-9-2012)

03/09/2012 El pasado importa, pero no tanto El artículo de nuestro psicólogo desmonta la creencia irracional de que “todo aquello que nos ha pasado con anterioridad, es determinante para nuestra vida futura, y nos afectará de manera indefinida”. Por F.J. Sánchez Con bastante frecuencia, cuando en consulta realizamos la entrevista de evaluación psicológica inicial, y llegamos al punto “historia de vida”, nos encontramos con sucesos importantes ocurridos al paciente. Sucesos tremendamente dolorosos, que han creado en la persona una forma distinta de entender la vida, le han ayudado a madurar o que no consiguen apartar de su mente. Estoy hablando de abusos sexuales, desengaños amorosos, despidos laborales tras muchos años en la misma empresa, desarraigo familiar, imposibilidad de tener hijos propios, acoso laboral, bullying, etc. La forma de los pacientes de enfrentarse a estos acontecimientos varía, lógicamente en cada caso: - Hay pacientes que se resisten a “pasar página” y se regodean continuamente en esos acontecimientos, ciertamente traumáticos en muchos casos. Se siguen preguntado ¿por qué a ellos? - Hay pacientes que tras un desahogo emocional, escuchándose a ellos mismos disminuyen su nivel de ansiedad frente al acontecimiento o evento tan significativo. - También aquellos que insisten en buscar la causa de sus problemas actuales: ¿tienen que ver con lo que me aconteció en el pasado? - Y finalmente pacientes que aunque han aceptado todo lo ocurrido, no acaban de desligarse de aquello que les ocurrió en un momento determinado de su vida. La creencia irracional que subyace a todas estas cuestiones suele ser que “todo aquello que nos ha pasado con anterioridad, es determinante para nuestra vida futura, y nos afectará de manera indefinida”. Nada más alejado de la realidad. Es cierto que los eventos que nos suceden nos afectan en nuestra forma de ver el mundo, en nuestras relaciones con los demás, a la hora de utilizar determinadas estrategias de afrontamiento (“coping”) con la finalidad de protegernos frente a lo que nos hace daño, a la hora de madurar a nivel personal, social, familiar, afectivo, cognitivo, PERO no tienen porque hacer de nosotros una persona “marcada” de por vida y condenadas a una infelicidad eterna. Cuando el paciente nos relata en consulta todo lo que le ha ocurrido, es tarea del profesional, situar los acontecimientos en el lugar que les corresponde, valorarlos en su “justa medida” y desmontar la idea de “la desgracia absoluta que debe presidir el resto de su vida”. “Usted no es un bicho raro, marcado de por vida, al que la desgracia acompañará el resto de sus días”. Lejos de regocijarnos en lo negativo (que es mucho) de acontecimientos traumáticos, el último paso consistiría en extraer “lo positivo” (que entiendo siempre lo hay) de esos acontecimientos tan “terribles”, para poner sobre la mesa, aquello que nos ha “aportado”, aquello que hemos aprendido, aquello en lo que nos ha fortalecido y nos ha permitido madurar y avanzar en el resto de áreas de nuestra vida y en aquello que nos ha permitido tomar conciencia de recursos y capacidades que el paciente pensaba que “no tenía” (¿Cuántas veces ha pensado?: si me ocurriera a mí lo que lo pasó a X, yo no lo soportaría. Comprobando después y tras analizar su vida que ha pasado en más de una ocasión por situaciones más complicadas y que por supuesto ha sido capaz de “salir adelante). Si “todas las personas a las que les ocurren determinados acontecimientos tuvieran ya un camino predeterminado de antemano, supondríamos que nuestra felicidad, sus expectativas, nuestra forma de ver el mundo DEPENDERÍA DE LOS ACONTECIMIENTOS EXTERNOS, y ante un mismo suceso todos estaríamos “condenados” a pasar por los “mismos lugares, etapas o momentos”, algo que es totalmente incierto. En algunas ocasiones comento a los pacientes que me hubiera gustado grabarles en una cámara para comprobar su primera entrevista en consulta, y la última, una vez finalizada la terapia.Ocurre que en la mayor parte de los casos, las situaciones que rodean a estas personas, NO HA CAMBIADO, pero su forma de PERCIBIR, INTERPRETAR Y EVALUAR aquello que le rodea sí. Luego entonces la clave vuelve a encontrarse en nuestros procesos mentales, en “nuestra forma de percibir la realidad”, en nuestras “cogniciones” que son las responsables de la mayoría de nuestras conductas y emociones. El objetivo no es transformar lo negativo que le ha ocurrido al paciente en algo positivo, pero si ser más realista y objetivo a la hora de poner límites “cualitativos” a aquello que le ha ocurrido. No se deje avasallar por su pasado, no sea víctima del mismo. Avance, prepare un plan de acción, no se queje, “actúe” y tendrá sensación de controlar de su vida frente a los acontecimientos externos que puedan ocurrirle.

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