lunes, 10 de septiembre de 2012

"La vulnerabilidad emocional y la sorpresa del paciente" (Publicado en "Voces de Cuenca" el 10-9-2012)

La vulnerabilidad emocional y la sorpresa del paciente. Fco. Javier Sánchez Martínez Es bastante más usual de lo que en principio podría pensarse, encontrar al paciente sorprendido cuando se le dice durante la terapia que “es vulnerable a nivel emocional”. Evidentemente algo “tan indeterminado” como esta afirmación, debemos puntualizarlo en los aspectos, áreas o circunstancias concretas que acompañan y rodean al paciente. Usted puede ser “vulnerable” a nivel emocional (es fácil hacerle daño, es una persona fácil de de manipular o chantajear, sucumbe con mayor probabilidad ante un suceso negativo o inesperado, se bloquea ante reacciones sorpresa de los demás, es incapaz de enfrentarse a situaciones límite, etc), pero puede ser una persona tremendamente competente en su profesión, a la hora de tomar decisiones como líder de un grupo, o a la hora de “poner límites y normas” a su hijo. Por eso hemos de especificar que es algo concreto, de un área determinada que hay que trabajar, porque si no, acabará afectándole a largo plazo, a las otras áreas de su vida. Las reacciones suelen ser diversas: - Llanto frecuente por sensación de debilidad. - Percepción de “no ser capaz” de enfrentarse a dicha situación que se percibe con “indefensión y desesperanza” terrible. - Realizar la/s pregunta/s en voz alta: ¿Cómo me puede pasar esto a mi si yo antes era fuerte y sabía manejar y enfrentarme a todas estas situaciones?, ¿Qué me ocurre ahora?, ¿Qué ha cambiado?. Frente a estas reacciones solemos utilizar con el paciente las técnicas de reestructuración cognitiva: - No asociar vulnerabilidad en cualquier área a debilidad: “Todos necesitamos ayuda alguna vez en nuestra vida, sin que eso significa ser débil, sino simplemente ser “humanos”. - “Despertar” las estrategias de afrontamiento “dormidas” del paciente, que si ha sido capaz de enfrentarse en otros momentos de su vida a situaciones incluso más difíciles que las que atraviesa ahora. Incrementar su sensación interna de control de la situación. - Fomentar la autoestima positiva y adecuada. La inteligencia emocional es algo básico que solemos también trabajar con el paciente. Recuerdo variedad de casos en los que las adolescentes acuden agobiadas a la consulta preguntándome: ¿Pero qué voy a hacer si me he enamorado de él?. Hablo de relaciones de pareja mal sanas, patológicas en las que por ejemplo se confunde el control ejercido por el otro como una muestra de amor. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? (pregunto). Hablo de situaciones en las que una persona próxima se está “aprovechando” de nuestra cercanía para exigirnos, demandarnos y obligarnos a sucumbir a sus deseos. Con los adolescentes suelo trabajar aquello del “amor inteligente” (libro por cierto excelente de Enrique Rojas). Enamorarse es maravilloso, pero hay que dar un paso más: ¿enamorarse lo justifica todo? ¿puedo enamorarme de una persona que me hace daño?, si lo hago en principio ¿puedo replantearme la utilidad o beneficio que me está aportando dicha relación o me dejo llevar sólo por mis emociones y continúo adelante? Quizás debería impartirse una asignatura de “educación emocional” en las aulas ¿No creen?. En alguna ocasión he comentado que el maestro “Freud” afirmaba que las emociones se imponen a la razón y pregunto: ¿Debemos dejar que esto ocurra siempre? Pienso que no. Hemos de dar un paso más y aprender a manejarnos emocionalmente con estrategias útiles que nos permitan dar prioridad a nuestra salud psicológica.

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